lunes, 2 de junio de 2008

Si las cosas fueran faciles...

Alejandro trabaja en una empresa dedicada al manejo de la cadena de suministro como montacarguista. Según su opinión es un trabajo que le permite dedicar tiempo a sus hijos y familia dado que le asignaron un formato de trabajo con horario azteca, donde trabaja 4 días de 12 horas a la semana y tiene 4 días de descanso.

Otro de los puntos que destacó de la empresa en la que trabaja, según una encuesta nacional aplicada a los operadores de montacargas y equipos de manejo de materiales, es la seguridad en el trabajo. La empresa da capacitación continua en cuanto al desempeño seguro de las operaciones y entrega procedimientos a sus empleados a fin de garantizar la integridad fisica del colaborador. Cuando Alejandro entro a trabajar, se le entregaron un par de botas con casquillo de seguridad, unos guantes de carnaza, una faja lumbar y dos uniformes. También estuvo dos días en cursos para el manejo efectivo de montacargas y normas de seguridad para los mismos.

El trato con sus compañeros de trabajo es bueno, aunque ha tenido roces con otro de los montacarguistas por cuestiones de desempeño; espíritu de competencia mal orientado, digamos. Así pues, el pleito no paso a más y ahora cada uno esta en diferentes cuadrillas. Alejandro era de los montacarguistas más eficientes de su cuadrilla. Tenía un promedio de 5.2 operaciones terminadas por turno, nunca llegaba tarde y no faltaba.

Fuera de la empresa es donde la puerca torcía el rabo! Todo el control que parecía tener sobre su trabajo le faltaba en su vida personal. Tenía una esposa y dos hijos, pero no le era suficiente. Algunos de los días de descanso los utilizaba para verse con otra mujer, argumentando que le pedían tiempo extra en su empresa; cuando tenía que justificar el dinero del tiempo extra recurría a mil pretextos. De hecho, el pleito original con el otro montacarguista fue por andar ofreciendo calentones a la prima de su compañero. Pronto empezó a tener broncas de dinero. Entre las responsabilidades adquiridas por la familia y las constantes escapadas al país de las maravillas con cuanta hembra deseosa se le atravesara, llegaba al fin de la quincena con poco mas que el olor a monedas en sus manos.

Su hija mayor estaba por cumplir 15 años. Y como toda hija deseosa de aparecer en sociedad, se soñaba vestida de merengue azul celeste en medio de chambelanes vestidos de cadete, que disque por que así se usa en estas tierras. Su madre, como cualquier madre de quinceañera enmerengada, alimentaba ese sueño mientras a Alejandro se le acaban las ideas para sacar lana y le siguiera alcanzando para su entrada a la pasarela de piernas.

Así pues, en un madrazo de inspiración divina, uno de esos golpes del mas allá que solo llegan una vez en la vida y que pueden compararse al mismo que inspiro al mexicano que se mió en la llama eterna durante el mundial del 98, Alejandro dedujo que si se ocasionaba un accidente dentro de las instalaciones de la empresa, esta seria responsable de pagarle el seguro e incapacitarlo y de ahí sacar lana para el chingado reventón de la hija necesitada de atención.

Y así emprendió la misión. Primero se informo de cuanto da el seguro por una fractura o por la mutilación de un miembro. Su idea era en el peor y mas extremo de los casos, perder un meñique y hacerse de una lana suficiente para pagar el jolgorio, empedar a la cuadra y darse varios acostones. El hijo de puta hasta había pensado en el apodo que le gustaría llevar cuando no tuviera meñique.

En su turno había un ayudante general a quien convenció de que lo ayudara a accidentarse a cambio de una lana que le pagaría cuando cobrara el seguro. Así pues, idearon el plan y esperaron a la hora de la comida para hacer un cambio de batería del montacargas mientras todos estuvieran comiendo. Se juntaron, comenzaron la maniobra, cambiaron la batería. La idea era que al momento de cerrar la tapa que cubre el compartimiento su dedo quedara atrapado. Hasta hoy, todavía no me creo esa pendejada!

El ayudante, quien era el encargado de dejar caer la tapa, con todo el cálculo de un sietemesino drogado dejo caer la tapa en el momento equivocado y en lugar de lesionar su dedo, le cayó en el brazo, lo que le causo un esguince y no la deseada amputación del dedo. Así pues, recibió los primero auxilios, fue trasladado al hospital y se le dio solamente una incapacidad. De la lana, nada.

Después de 3 semanas de reposo forzado, Alejandro regreso a laborar. Traía una venda todavía y las mismas ganas de chingarse la vida a cambio del seguro. Volvió a buscar a su fiel escudero y empezaron a planear otra treta.

Está prohibido que cualquier persona, bajo la circunstancia que sea y con el motivo que sea, se suba en las horquillas o uñas del montacargas. (Las horquillas de un montacargas son el aditamento con el que levantan los pallets, digamos la parte de enfrente del monta).

Pero esto no detuvo a Alejandro. Con la cabeza toda caliente y viendo como hacer para cobrar la lana, entro al turno nocturno de un sábado. Andaba de acá para allá, y en un mal movimiento enterró las uñas del montacargas en un palet que estaba a 2.5mts de alto. Y ahí vio la oportunidad de oro, aunque ya no involucrara al mentado meñique. Salio corriendo de la bodega a buscar al ayudante, regresaron y vieron que el producto estaba muy dañado, así que el tomo la iniciativa de subirse a las uñas del monta, a donde llego trepándose por el mástil que estaba desplegado. Por inspiración de no sabemos quien, por que divina no pudo haber sido, se coloco entre la parrilla del montacargas y con la espalda pegada al palet en cuestión. Le pidió a su limitado compañero que moviera el monta hacia atrás para safarlo mientras el, con su magnifica corpulencia (insignificantes 1.60mts y apenas 70 kilos) empujaba hacia atrás el palet. El palet no pesaba menos de 700 Kgs.

El abnegado ayudante obedece, hace para atrás el monta. Alejandro empuja. El palet no se endereza. La carga se viene encima. Alejandro no aguanta. El monta se sale. Alejandro se cae de una altura de 2.5 mts y los 700Kgs del palet le caen encima.

Hoy, no puede caminar, su hija no tiene fiesta, su esposa lo tiene a el aventado en una cama y sus múltiples mujeres se siguen acostando con quien sea. Tiene fracturas en dos vértebras y aunque puede volver a caminar, no podrá llevar una vida normal. Sea cargar a sus hijos o darse un acoston.

Después de revisar el video del procedimiento, se exento a la empresa empleadora por faltas crasas al reglamente interior de trabajo y a las normas de seguridad para el manejo de equipos de manejo de materiales.

Tarzan… Nunca vio las cámaras o que pedo?

3 comentarios:

Los Burócratas del Ritmo dijo...

César,

¿Lo soñaste, lo viste en Scarred de MTV, fue un capítulo de Mujer, Casos de la vida real, te lo contaron en Huauchi o sucedió en DHLeón?

Mejor avísale al colega que puede donar un riñón en el mercado negro y así no sólo dar la fiesta por los XV de la Chiquis, sino hasta la boda y el bautizo...

Por cierto, como que a tu parroquia los temas de política y tal no les mueven mucho (en contraste con los asuntos de plantitas y fotitos).

Sale, un abrazo hasta León que, dicho sea de paso, cada vez me sorprende más por su alto nivel de extremismo-sinarquismo-valemadrismo.

Manolo.

Tarzan dijo...

Colega!
Creo que si...como que no mueve el sentimiento... tu que opinas de lo expresado?

Puts... sorprendido me tienen a mi en esta tierra del extremo!!!

Chale!

Anónimo dijo...

que buena historia carnal... lo lamentable es que sea veridica.

chale, a veces uno piensa que toda la gente de veras esta jodida porque la situacion es adversa, pero muchas otras son por tonterias como esto. si tan solo hubiera un poco mas de cordura, un poquito...

perder todo por algo asi, que mal.

saludos y efecivamente los temas escabrosos generan menos comentarios... pq ? pq sera?